El título de esta entrada es un tópico que, en el caso de las
empresas de servicios agrícolas a terceros, resulta una evidencia. Muchos de los
profesionales lo saben, y de hecho algunos pertenecen a alguna de las
asociaciones de ámbito comarcal, provincial o regional, repartidas por España.
Pero son una inmensa minoría. En nuestro país existen
registradas decenas de miles de empresas de este tipo. ¡Sí, decenas de miles! Solo
en la provincia de Albacete hay más de un millar, de las que poco más de un
centenar pertenecen a la asociación provincial APEMA.
Muchas están formadas por una sola persona, que es el propio
agricultor; otras apenas cuentan con uno o dos maquinistas; aunque también las
hay con plantillas más grandes que manejan flotas con más de una docena de
cosechadoras.
La actividad principal de los trabajos agrícolas a terceros
suele ser la recolección (cereales, girasol, arroz…), si bien suelen estar preparadas
para otro tipo de labores, que generalmente realizan en los terrenos de su
propiedad.
En esta época del año, albor de una campaña cuyas
perspectivas son positivas, se ponen a punto las máquinas y se mantienen los
móviles operativos durante las 24 horas, porque la llamada puede o está a punto
de llegar. Serán meses frenéticos, sin tiempo para otra cosa que no sea atender
a los clientes de la mejor y más rápida manera posible.
Pero, por diferentes circunstancias, cada año hay menos “faena”
para muchas de estas empresas de servicios. Reducción de cultivos, problemas
económicos y, lo que más duele, la piratería campante. Paradójicamente, a estos
profesionales del campo les suele resultar hartamente complicado ser “profetas
en su tierra”, es decir, poder trabajar en terrenos de su propio pueblo debido a
factores de todo tipo, en ocasiones no relacionados con su manera de trabajar. Entonces
tienen que desplazarse a otros lares, donde entran en competencia con otras
empresas de servicios que pugnan por esa labor. Como sucede en otros sectores, el “pez grande” lleva las de
ganar. En este caso, favorecidos por la ausencia de una simple tarifa de
servicios (ya sea por hora o por hectárea trabajada) unificada. Cada uno hace
la guerra por su cuenta y los precios se quedan a unos niveles que en ocasiones
son inasumibles.
Aquí es donde la unión sería clave. De momento, se ha puesto
en marcha la Federación Nacional de Empresarios de Máquinas Recolectoras
(FENAMAREC), que tendría suficiente tarea solo con buscar la unificación de los
precios por los servicios realizados y combatir la piratería creciente. Luego hay
otros temas, como el relativo a la circulación de vehículos agrícolas
especiales por vías principales y secundarias, pero convendría que los
asociados, además de trabajar para seguir sumando fuerzas, no solo vean el
asociacionismo como una herramienta para obtener mejores precios de sus
proveedores.
Esa unión será la única vía de modernización. Como un lobo solitario es muy difícil crecer, modernizarse y profesionalizar el campo al nivel que debería estar para competir en una economía global. Estupendo post, como siempre, Ángel.
ResponderEliminarPues vienen tiempos que toca modernizarse, profesionalizarse o se sufrirá. Gracias por tu aportación ¡Nos vemos en el campo!
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