jueves, 9 de octubre de 2014

CAMBIO NO SOLO CLIMÁTICO

Me temo que todavía hay mucha, demasiada gente que no termina de tomárselo en serio. Sí, cuando llueve mucho y a destiempo, o cuando nieva al nivel del mar, o cuando las temperaturas son extremadamente altas o bajas, entonces es cuando se apela: “Debe ser eso del cambio climático”. Y, curiosamente, esas alteraciones puntuales de la meteorología han sucedido siempre, con mayor o menor intensidad.

El cambio climático va mucho más allá que todo eso. Su pertinaz amenaza y el posible incumplimiento de los límites de los recursos planetarios colocan a la población ante una emergencia energética de proporciones globales. Sean Sweeney, co-director del Instituto Global del Trabajo en la Universidad de Cornell (EEUU), expone los abusos de la agenda de “energía extrema” y sugiere que las nuevas tecnologías utilizadas para la obtención de energías renovables deberían encaminarnos hacia una sociedad más sostenible.

Por otro lado, irrumpe la industria siderúrgica europea comprando una página publicitaria en los principales periódicos de varios países con un mensaje rotundo dirigido a los gobernantes. “Todos nosotros compartimos la ambición de encontrar una respuesta efectiva frente al cambio climático. Para que resulte efectiva, dicha respuesta requiere una política que apoye la existencia de una sólida industria con los puestos de trabajo que esta representa en Europa”. A su juicio, el proyecto de marco político europeo en materia de energía y lucha contra el cambio climático para 2030, en su redacción actual, pondría en grave peligro 335.000 puestos de trabajo directos y 1,5 millones de puestos de trabajo indirectos en la industria siderúrgica. Y añaden: “El régimen de comercio de derechos de emisión de la UE, por sí solo, podría suponer para la industria siderúrgica de la UE un coste aproximado entre 70.000 y 100.000 millones de euros durante el periodo comprendido entre 2020 y 2030. Estos costes resultarían probablemente superiores al EBITDA generado por la industria siderúrgica, eliminando así los márgenes de beneficio y la capacidad para invertir”.

Y concluyen: "Que se concreten orientaciones claras que establezcan que el nuevo marco de actuación sobre clima y energía de la UE no imponga a las industrias europeas más eficientes costes directos o indirectos vinculados a emisiones de CO2 que mermen su competitividad a escala mundial".

La colisión parece frontal. O así al menos la presenta la industria afectada. La transición energética debe ser equitativa, lo que requiere que los trabajadores, las comunidades y el público en general tengan voz real en la toma de decisiones. La anarquía de los mercados energéticos liberalizados tendría que dejar paso a una planificación global más justa. Y no parece que en estos momentos lo sea, cuando 19 de las 50 compañías más poderosas del mundo participan en el sector de los combustibles fósiles. No obstante, tratar de corregir este desequilibrio no pasa por abrazarse a ciegas a las agendas de las empresas de energías renovables.


Parece que Miguel Arias Cañete mantiene esa “capacidad” para atraer problemas de gran magnitud, motivados en ocasiones por sus excesos verbales. Tras las elecciones europeas celebradas en mayo, marcadas por sus desafortunadas declaraciones machistas, se convierte ahora en el nuevo Comisario de Energía y Medio Ambiente. Aún no ha aterrizado en el cargo cuando vuelve a cobrar protagonismo una cuestión tan delicada como esta del cambio climático y la manera de afrontarlo y gestionarlo.