miércoles, 15 de julio de 2015

PREVENIR O QUEMAR

Con la llegada del verano, vuelven los incendios forestales. Un drama que en Europa asola mayoritariamente a unos pocos países de la zona sur, especialmente España, donde cada año arden decenas de miles de hectáreas con su correspondiente impacto sobre el medio ambiente y la agricultura.

Los expertos dicen que los incendios comienzan a prevenirse en invierno, con la limpieza de bosques, una actividad que debería hacerse con extrema pulcritud para afectar lo menos posible el desarrollo natural del área que se pretende proteger. También se llevan a cabo campañas de concienciación –y educación– de la población, dado que la mayoría de los incendios son provocados por la mano del hombre, ya sea de forma intencionada o fortuita.
Cabezal para maíz de John Deere.

En los últimos años, y este no parece una excepción, se viene señalando a los agricultores como foco originario de muchos incendios. Unas veces por quemas inadecuadas de rastrojos, otras por lo que se considera una incorrecta utilización de las cosechadoras de cereales.

Ante todo, conviene dejar claro que nuestro Estado de Derecho se apoya en la presunción de inocencia, por lo que para acusar de un delito se deben aportar las pruebas correspondientes. Decir a bote pronto ante una catástrofe de este tipo que se debe a que todo arranca en la chispa provocada por el cabezal de una cosechadora al impactar con una piedra, es cuando menos atrevido. Probable, sí, pero atrevido.

Manejar una máquina de este tipo no está al alcance de cualquiera. Es un monstruo de muchas toneladas de peso, que trabaja a destajo precisamente en la época del año cuando mayor es el riesgo de incendios. Y, de momento, tendrá que seguir siendo así por mucho que disguste a ciertos sectores de población urbana.

Pero, ¿por qué no se aborda de una manera clara y tajante este asunto? Habría que legislar al respecto, con todas las partes implicadas, para buscar soluciones dirigidas a reducir los daños. Los avances tecnológicos abren posibilidades que antes no existían.

En los últimos años venimos observando la “obsesión” europea por reducir las emisiones de los motores de vehículos agrícolas, por equipar sistemas de frenado más seguros… En definitiva, normativas que buscan la seguridad del operador y el respeto máximo por el medio ambiente.

No estaría mal mostrar un recelo similar ante la problemática del uso de las cosechadoras en zonas de riesgo de incendio. ¿O es que este problema no se aborda de raíz porque queda lejos de los grandes centros europeos de decisión?

No hay comentarios:

Publicar un comentario